Sentia arder mi pecho, como si estuviera quemandose por dentro. Cocieron mis labios para no escucharme, yo hubiese preferido que me quiten la campanilla y que se comieran mis cuerdas vocales. Siempre repetian mi nombre y me daban ordenes, yo tenia que tensarme cuando ellos pedian que extrangule. Conoci mi fuerza y me diverti con ella, la ira estaba en toda parte de mi cuerpo y usaban dosis de calmantes para inyectame.
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