Tenia sus dedos entrelazados en mis risos, en mis largos bucles formados al final de mi cabello, los acariciaba de una forma especial, y desde atrás aspiraba mi fragancia, le apetecía oler mi piel sin acariciarla mirándome fijamente de perfil. No me molestaba que lo hiciera, me daba placer.
Absorbía de sus dedos cariño y tranquilidad. & aun así nunca mire a sus ojos, eran algo hipnóticos, y al centrarme en ellos conocía la verdad de las mentiras. Me resultaba doloroso hacerlo, por lo tanto solo nos penetraba el contacto cuando no lo hacíamos directamente. Si lo llegábamos a hacer cometeríamos un gran pecado que me jure a mi misma jamás cometer.
Estuve hecha de carne y huesos y tu no podías tocarme, ahora solo me volví transparente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario