Le encuentro el dulzor a nuestras despedidas, pero no de esas que son definitivas en un tiempo presiso y donde alguien más puede vernos.. sino nuestras despedidas mental, cuando nos dejamos de responder, cuando me pasa que ya no sé que más hacer o como volcar esto que siento, cuando de a poquito voy dejando de sentirte hasta apagarme, como si me aburriera ya la monotonia cuando recien empiezo a reconocerla.
El puñal que suele quedarse clavado y mis ideas desparramadas sin saber optar por cual es la creible.
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