31.1.12

La única vez que sentí a mis pies despegar de la tierra fue aquella vez que él lleno de palabras su boca y de hojas a su corazón, poco a poco se dejo mostrar y me dejo ser yo.  El corredor estaba vacio y ambos nos habíamos escabullido del baile, mi zapato se rompió y aun así, no fue impedimento para que no nos permitiéramos bailar una pieza del ballet por aquel elegantísimo pasillo del internado. 
Nos acercamos a una puerta que daba salida a los patios de este lugar el cual fuimos atravesando a juegos y risas de jovenzuelos enamorados, creo que estábamos más que extasiados de felicidad por el motivo de poder estar juntos esa noche, tanto era que nos dejamos llevar un poco más de lo que solíamos hacerlo. 
En un abrir y cerrar de ojos pasamos del gigantesco patio del internado a sus bosques, tan llenos  de intriga y secretos que nosotros no íbamos a ser los últimos en caminar por allí. Ni tampoco íbamos a quedarnos sin guardar nuestro secreto... mire los cielos y estaba oscuro aun el amanecer, casi sumisas las gotas de rocio que nos mojaban los pies, hice puntillas y alcance mi objetivo. Bese sus labios y por supuesto él los mios, haciendo que aquel maravilloso beso sea correspondido. Miscullosamente con una leve sonrisa en los labios me aleje de él & tome su mano, llevándolo al ritmo de los aires.  En el momento menos esperado, volví a acercarme hacia él, y en susurros dije cuanto lo amaba. Estaba segura, y me sentí tan bien al decírselo

1 comentario: